Mi experiencia profesional en ZIVÁ: documentando el arte culinario y la excelencia en mixología
Trabajar como creador de contenido visual en ZIVÁ ha sido una de las experiencias más enriquecedoras de mi carrera. Este espacio no solo destaca por su elegancia arquitectónica y su atmósfera sofisticada, sino también por la pasión y el cuidado con los que cada elemento ha sido concebido. Desde el primer día que entré con mi cámara, supe que cada rincón del restaurante era una oportunidad para capturar belleza, sabor y emoción.
Fotografiar los platillos de ZIVÁ es sumergirse en un mundo de detalles. Cada presentación está diseñada como una obra de arte: las texturas, los colores y la composición del plato están pensados no solo para deleitar al paladar, sino también para sorprender a la vista. Mi labor consiste en interpretar visualmente esa intención, inmortalizarla con luz, ángulos y enfoque, para que quienes vean la imagen puedan sentir el deseo de vivir esa experiencia por sí mismos.
La mixología en ZIVÁ merece mención aparte. Más que simples bebidas, sus cocteles son verdaderas piezas escénicas, diseñadas para emocionar desde el primer instante. Fotografiar un trago ahumado, una explosión de color en una copa o la delicadeza de una decoración cítrica implica técnica, paciencia y sensibilidad. En cada toma intento capturar no solo el diseño del cóctel, sino también la atmósfera del momento: la chispa de una noche especial, el brindis entre amigos o el lujo de saborear algo único.
Esta experiencia me ha permitido crecer profesionalmente en todos los sentidos. He aprendido a valorar la gastronomía como un arte vivo, a trabajar en equipo con chefs, mixólogos y personal de sala para transmitir visualmente lo que sucede detrás de cada platillo y bebida. Documentar ZIVÁ es más que tomar fotos: es traducir en imágenes una experiencia que merece ser contada, vivida y recordada.

